Chacras, los centros de energía del cuerpo.
Me encanta la Revista Namasté, siempre aportando con sus artículos… ahora comparto éste sobre los chacras o centros energéticos del cuerpo y su relaión con nuestra emoción y espiritualidad:
Cada chacra refleja un aspecto de la conciencia esencial para nuestras vidas.
Por Ascension Belart
Wilhelm Reich, padre de la bioenergética y precursor de la terapia corporal, y posteriormente su discípulo A. Lowen analizaron el carácter de las personas desde un punto de vista somático describiendo la interrelación entre la mente y el cuerpo; en otras palabras, investigaron la manera como la experiencia vital se reflejaba en la estructura corporal.
Llegaron a la conclusión de que en el cuerpo se refleja nuestra forma de ser y sentir, nuestra vida emocional. Las emociones son experiencias somáticas, es decir, se experimentan en y pertenecen al cuerpo, y la energía que emana de ellas puede quedar liberada o, por el contrario, bloqueada. Cuando se bloquean o reprimen las emociones se crea un reflejo que deja una huella en partes localizadas del cuerpo, como nos pasa por ejemplo con los dolores de estómago a causa de del estrés o cansancio.
A través de la bioenergética hemos comprendido que la mente y el cuerpo no están separados, sino íntimamente interrelacionados. Sabemos que hay emociones que paralizan mientras que otras movilizan el cuerpo: experimentamos contracción ante el miedo y el dolor, y expansión en situaciones gozosas. Los estados de tensión crónica así como los bloqueos de emociones como el enfado, la tristeza y la ansiedad quedan inscritos en la estructura corporal, y pueden provocar diferentes síntomas físicos. Según las experiencias y el tipo caracterológico de personalidad van reflejándose en el cuerpo unas tensiones u otras, y se manifiesta por ejemplo la desconfianza, el vacío, el miedo o la debilidad.
Así pues, a lo largo de nuestra vida nos vamos formando una coraza de carácter producto de nuestra historia personal, de las tensiones, dolores y miedos, lo que significa que la estructura psíquica se va transformando en la física, y viceversa. Según Reich y sus discípulos, el carácter es un mecanismo defensivo, una forma estructurada de reaccionar ante situaciones conflictivas cuya función primordial es la búsqueda de amor y seguridad.
Aprender a tomar conciencia de la coraza requiere valor y compromiso; sin embargo, el esfuerzo vale la pena porque una mayor apertura emocional aumenta la capacidad para el placer y el amor. Liberarnos de la coraza, disolver barreras para sentirnos más completos y compartirnos con los demás requiere autodisciplina y un contacto más profundo e íntimo con uno mismo.
Siete anillos de tensión
W. Reich describió siete anillos de tensión debido a la armadura o coraza corporal, perpendiculares al cuerpo. Son los segmentos de la zona de los ojos y frente, boca, cuello, tórax, diafragma, abdomen y pelvis, áreas corporales que curiosamente se corresponden y están relacionadas con el sistema oriental de los chacras o centros de energía.
Los chacras son centros receptores, asimiladores y transmisores de la energía vital del cuerpo situados a lo largo de la columna vertebral que también se relacionan con el sistema endocrino de glándulas y hormonas vitales. Cada chacra es un centro de energía de una importancia trascendental, pues refleja un aspecto de la conciencia esencial para nuestras vidas.
Es posible que las estructuras caractereológicas de personalidad y sus dificultades específicas estén vinculadas a ciertas perturbaciones en el funcionamiento de los chacras, a un exceso o defecto de su actividad. Así, por ejemplo, una persona con un hiperfuncionamiento del primer chacra, demasiado enraizada y con un tono muscular muy tenso, se evidenciará como muy identificada con el plano material y el trabajo, mientras que otra, con un hipofuncionamiento de ese mismo chacra, estará poco enraizada y se mostrará excesivamente imaginativa y fantasiosa.
Generalmente los chacras van abriéndose de abajo a arriba, del primero al séptimo, empezando por aspectos materiales como la supervivencia, sexualidad o poder personal, para ir ascendiendo e integrando aspectos más sutiles, relacionales, comunicacionales y espirituales.
Los 7 chacra
- El primer chacra también llamado raíz se encuentra situado en la base de la columna vertebral o coxis, y regula las glándulas suprarrenales. Su función principal se asocia a la seguridad, el enraizamiento y la voluntad de sobrevivir, de manera que podamos sentirnos firmemente asentados sobre nuestros pies. El modo como una persona se mantiene en pie dice mucho de ella; revela la manera de estar en la vida y de cómo se yergue en el mundo: bien plantada y confiada, o insegura y descompensada. Cuando el primer centro está bien desarrollado hay conexión y arraigo en la tierra (en la realidad), confianza, sensación de independencia, estabilidad y poder personal. Cuando es disfuncional puede fluctuar entre un exceso de dependencia y desvalimiento o un exceso de control y miedo a la dependencia.
- El segundo chacra o Hara se halla situado en el bajo vientre, a cinco centímetros por debajo del ombligo, y es el centro de gravedad del cuerpo, centro energético o sede de la vida. Se relaciona con el deseo, las emociones, la sexualidad, la reproducción y la fecundidad. Es el centro del bienestar, del estar centrado en uno mismo por excelencia, fundamental en la práctica de la meditación. Estar centrado supone hallarse bien conectado con el ritmo de la respiración. Por su importancia lo analizaremos con más detalle en el capítulo 18.
- El tercer chacra está en el plexo solar, debajo del diafragma, y está asociado a las glándulas pancreáticas. Este centro se relaciona con la voluntad, con el poder personal como capacidad «de» (y no «sobre»), así como con el autodominio y la autoafirmación. Aquí se reflejan el manejo de los conflictos, el dominio y la sumisión, la capacidad de cooperar y la responsabilidad de uno mismo. También se relaciona con el miedo, la inseguridad, la rabia y la angustia, así como con la falta o exceso de límites: el invadir o dejarse invadir.
- El cuarto chacra es el del corazón o centro emocional. Está asociado al timo y se relaciona con la apertura del corazón, la aceptación incondicional, el amor irradiante, la compasión, la soledad y el anhelo de conexión con quienes nos rodean. Interviene en la capacidad de establecer vínculos amorosos y compasivos con los demás, y su falta de equilibrio o disfunción se refleja en la existencia de problemas tanto de adicciones afectivas y pérdida de individualidad, como de relaciones superficiales, indiferentes o transitorias. Este centro es el nexo de unión entre los chacras inferiores y superiores, donde se unen instinto y espíritu, Tierra y Cielo.
- El quinto chacra es el de la garganta, se asocia a la glándula tiroides y se relaciona con la capacidad de expresarse, la creatividad y la comunicación. Supone la aptitud de dejar expresarse al corazón, sus percepciones y sentimientos de forma creativa, la propia verdad o voz interior. Bloqueos de este centro provocan tanto culpas y acusaciones hacia los otros como por el contrario el hecho de «tragarse» cuanto a uno le digan.
- El sexto chacra se encuentra en el centro del cerebro a la altura del entrecejo, en la glándula pineal, y se relaciona con la visión interior, la intuición, la contemplación y la compresión. Indica tanto un mirar hacia fuera como hacia el interior. Favorece la capacidad imaginativa y la visión de la esencia de las situaciones. Las disfunciones de este centro pueden dar lugar a obsesiones y alucinaciones.
- El séptimo chacra está en la parte superior de la cabeza, área de la fontanela y la glándula pituitaria, y nos comunica con el universo; supone estar abierto a algo mayor que uno mismo, el sentido religioso o trascendente. Conecta el espacio interior con el exterior, y favorece procesos de conocimiento y entendimiento universales. Problemas en este centro pueden generar tanto miedo existencial como sentimiento de omnipotencia.
De esta manera, al ir despertando, movilizando e incorporando la energía de cada centro se van integrando diferentes niveles de conciencia, la cual va expandiéndose cada vez más en su camino hacia la individuación.
El cuerpo es el vehículo de la conciencia: somos un alma en un cuerpo. El Ser esencial es la energía vital irradiante y luminosa que da vida al cuerpo. En todo gesto verdadero se halla presente la unidad del cuerpo y el alma. En los gestos se ve la medida en que la persona está comprimida por la coraza de su personalidad o hay apertura y transparencia al Ser esencial.
Trascender la dualidad mente-cuerpo, sentir la unidad de la mente y el cuerpo como un todo integrado y armónico proporciona y genera vitalidad. La conciencia corporal facilita el equilibrio y la integración de la persona, nos conecta con el aquí y ahora, con la experiencia de la presencia despierta. Escuchar nuestro cuerpo y sentirlo nos acerca a la esencia de nuestro Ser.
Fuente: Revista Namasté.